El miércoles, día 12 del voluntariado, fue un día gris, llovió, nos quedamos sin teléfono, sin Internet, se rompió el motor del agua… Día durillo, todo el día atención psicopedagógica y lo más duro fue cuando un niño súper entrañable y dulce (al que tenia que decirle que su mama había fallecido) mientras jugaba con él y me reía me dijo “te ríes igual que mi mama”, me cogieron unas ganas de llorar!!!
El jueves, día 13 del voluntariado, fue un día muy intenso, por la mañana continué con la atención psicopedagógica, luego llegaron tres hermanas del colegio de Belgrano, Lucia, Inés y Yanina, y tuvimos una comida más especial, lo pasamos rebién, sobretodo en el momento que casi inundamos el salón y nos cogió un ataque de risa. Por la tarde tuve el síndrome del “recién egresado”, en plan todo lo que aprendí en la universidad no me sirve de nada, y todo me desborda. Porque aquí llegan casos muy dispares: decirles a niños que: su padre esta en prisión, que se van a separar, que son adoptados, solucionar una dislexia en un niño de 15 años con un nivel de segundo de primaria en cuanto a escritura… Y además la gente viene super confiada y esperanzada con la seguridad que le vas a solucionar el problema. Añadido queda que esto es una realidad muy distinta y a veces más dificil de digerir. Esta angustia duró poco, gracias a hablarlo con Vero que se recibe este año y empatizó conmigo enseguida y me ayudó a desahogarme. Puedo ayudar evidentemente y lo que no sé lo pregunto y también aprendo mucho de Silvia. Por la tarde fui en busca de zapatos con Vero (hemos arrasado) y luego he tenido de nuevo taller de risoterapia en “vida sana”, porque se había corrido la voz y tenia que repetirlo.El viernes, día 14 del voluntariado, de buena mañana: limpieza, preparación de materiales para el gabinete y guitarra, que creo que no os había dicho que estoy intentando aprender. El motor de agua ya esta solucionado.
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